Hoy me crucé con este poema y supe que se los quería compartir ya que en su simplicidad nos regala una gran sabiduría que resuena mucho con la ciencia del positive parenting. Dice:
No le pidas a tus hijos tener vidas extraordinarias. Tal esfuerzo puede parecer admirable, pero es el camino a la locura.
Ayúdales, en cambio, a encontrar el asombro y la maravilla de una vida ordinaria.
Muéstrales la alegría de saborear tomates, manzanas y peras.
Muéstrales como llorar cuando las mascotas y la gente mueren.
Muéstrales el placer infinito de tocar una mano.
Y haz que lo ordinario cobre vida para ellos.
Lo extraordinario se hará cargo por sí mismo.
William Martin, The Parent´s Tao Te Ching: Ancient Advice for Modern Parents
¡Ojalá todos supiéramos lo importante que es saber apreciar lo ordinario de la vida! ¿Sabes que la vida extraordinaria se construye de momentos ordinarios?.
Nos pasamos la vida esperando vivir situaciones extraordinarias para sentirnos exitosos, realizados y felices; nos decimos tantas cosas a nosotros mismos que muchas veces estamos convencidos de que es el camino a seguir, como por ejemplo: cuando me gradúe voy a ser feliz, cuando me case, cuando tenga un hijo, cuando por fin entre a la escuela, cuando tenga ese coche que tanto he deseado, cuando obtenga el proyecto, entonces si voy a ser feliz. Se nos va la vida buscando esa vida extraordinaria que sin darnos cuenta estamos dejando atrás por no saber disfrutar y sacarle el jugo al día a día. Por eso dice William Martin que perseguir lo extraordinario es el camino a la locura.
Que importante es que retomemos lo ordinario, esos elementos de los que habla el poema, el asombro, el saber saborear los momentos y pausar, el sentir todas las emociones, la alegría, la resiliencia, el amor y el placer, entre muchas otras cosas. Para retomar lo ordinario tenemos que conscientemente poner nuestra atención plena en lo que vale la pena para nosotros, y así poco a poco incrementaremos nuestras emociones positivas. De acuerdo con la Dra. Fredrickson, una de las principales investigadoras de emociones en el mundo, cuando experimentamos más emociones positivas que negativas en nuestra vida diaria, abrimos nuestra mente a cosas nuevas, vemos más posibilidades y somos más receptivos. También construimos recursos físicos, intelectuales, sociales y psicológicos a los que podemos recurrir después.
Que mejor que concientizarnos y bajarle a nuestra carrera interminable hacia las cosas “extraordinarias”. Aprendiendo a valorar cada día y a cultivar más elementos que al final nos acercarán a una vida más plena. Y mientras recorremos este nuevo camino se lo iremos transmitiendo a nuestros hijos con nuestro ejemplo, ¡antes de que sea demasiado tarde y les hayamos enseñado a perseguir una “vida extraordinaria”!